sábado, 10 de noviembre de 2012

VIVIR POR ENCIMA

Desde el comienzo de esta caída sin fin a un pozo sin fondo, se ha ido produciendo un fenómeno de selección natural entre quienes "empujan" y quienes caemos. De las miles y muy rocambolescas razones esgrimidas por los del "sálvese quien pueda", está un mantra que ya se ha convertido en "ley": hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Pues bien, este mantra también ha causado su efecto en mí y, como toda cantinela recurrente, cierta o no, acaba por "ser" verdad, yo me confieso inconsciente derrochador.
Podemos entender derrochador como aquel o aquella que, sin responsabilizarse de los recursos disponibles, trata de arrogarse, para sí, unas condiciones de vida impropias para su condición. Sí, soy un derrochador.
Vivo en un pueblo precioso, sí, pero muy modesto. He cometido la osadía de permitirme un piso modesto, la locura de la reproducción, la vida en pecado y una serie de vicios de los que ahora no puedo desprenderme.
En un radio de 10km de mi casa, me he permitido el lujo de tener 10 ayuntamientos distintos, dos de ellos elefantiásicos (sobre todo, Vigo); dos delegaciones de la Xunta de Galicia (a cada cual mayor) una subdelegación del gobierno, una Diputación provincial; dos macro delegaciones de la Seguridad Social; dos de Hacienda; dos "ciudades" de la justicia; y decenas de medianos y pequeños organismos que, por no ser usuario, desconozco su uso. Pero los tengo. Ahh, eso sí, todos ellos bien equipados y bien presentables, que no se diga.
Esto me permite sentirme un ciudadano de éxito, como el que lleva el niño al cole en su utilitario y presume de mayordomo de "a millón" en su piso del extrarradio.
Ahora, tras haber sufrido este golpe de realidad, me he dado cuenta que es un vicio que no puedo pagar, espero, esta vez sin ningún ánimo de suicidio, que me desahucien de ellos; ejecútenme esta hipoteca.